Reflexiona Fray Luis Arrom, Capuchino español, acerca de ser santos:
“No puedo ser santo ni un verdadero cristiano si no entiendo que son bienaventurados los pobres, que lo que importa en esta vida, no es triunfar, no es ser primero que los demás, no es destacar, no es tener dinero, todo esto no es importante desde el punto de vista divino, más bien al contrario, la sencillez es algo grande, bello, la pobreza es bienaventurada; el que llora de misericordia de compasión, pero llora entre los brazos de Dios, también es bienaventurado; el pacífico, el que siembra la paz, con sus actitudes y palabras aunque pierda a los ojos del mundo, es bienaventurado; es bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia, de verdad, de santidad, el que no tiene hambre de ser el número uno, de saber muchas cosas; que no es que esas cosas sean malas, pero el que tiene claro dònde está lo principal y el eje de la vida ese puede aspirar a ser un cristiano de verdad, un santo.
Porque me reconozco pecador no debo ni puedo condenar a nadie, porque soy pecador no soy capaz de superar la miseria que hay en mí, mi pereza, mis egoísmos, mis iras, mis cosas malas si no rezo, si no acudo a Dios…Cada uno ha de ser santo a su manera, no hay dos santos iguales.
La santidad y la perfección significan, permitirle a Jesús, permitirle a Dios, vivir Su santidad, Su grandeza, Su bondad, Su amor en mí, dejar a Dios vivir en mí.
Señal de la cruz – Oraciòn de inicio
Amado Jesùs, Señor nuestro, meditaremos hoy a tu lado acerca de la santidad. Tocà nuestro corazón para que podamos reconocer nuestras debilidades, resistirlas y modificarlas. Que atesoremos hoy las enseñanzas del Santo Padre Pio, y logremos ser como esperàs de cada uno de nosotros. Que recibamos el amor de tu Madre en este camino de búsqueda de la santidad que deseamos transitar. Que asì sea.
Palabras de Padre Pio:
“Has de saber que los santos son siempre despreciados por el mundo y los mundanos, y que han puesto bajo sus pies el mundo y sus máximas.”
(31 de diciembre de 1921, a Violante Masone – Ep. III, p. 1079
PRIMER MISTERIO:
Para llegar a alcanzar nuestro fin último es necesario seguir al jefe divino, que no suele conducir al alma elegida por camino distinto al que él recorrió; por el de la abnegación y la cruz: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame». ¿Y no debes llamarte afortunada al verte así tratada por Jesús? Necio quien no sabe penetrar en el secreto de la cruz.
Para llegar al puerto de la salvación, nos dice el Espíritu Santo, las almas de los elegidos deben pasar y purificarse en el fuego de las dolorosas humillaciones, como el oro y la plata en el crisol, y de esa forma se ahorran las expiaciones de la otra vida: «En el sufrimiento mantente firme, y en los reveses de tu humillación sé paciente. Porque en el fuego se purifica el oro y la plata; y los hombres aceptos a Dios, en el camino de la humillación».
Jesús quiere hacernos santos a toda costa, pero más que nada quiere santificarte a ti. Él te lo está manifestando continuamente; parece que no tiene entre manos otra preocupación que la de santificar tu alma. ¡Oh!, ¡qué bueno es Jesús! Las cruces continuas a las que te somete, dándote la fuerza, no sólo necesaria sino sobreabundantemente, para soportarlas con mérito, son signos muy ciertos y particularísimos de su entrañable amor por ti. La fuerza que él te da, créeme, no queda infecunda en ti; te lo aseguro de parte de Dios y tú debes escucharme humildemente, apartando de ti cualquier sentimiento contrario.
(15 de agosto de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 153)
Padre Nuestro, diez Ave Maria y Gloria
Ave Marìa purìsima
Sin pecado concebida
Santo Padre Pio
Ruega por nosotros
SEGUNDO MISTERIO
En este tiempo busca ayuda sobre todo en la lectura de los libros santos; y yo deseo vivamente que leas siempre esos libros, pues esas lecturas son un buen alimento para el alma y buena ayuda para avanzar en el camino de la perfección, no menos que la oración y la santa meditación, porque en la oración y en la meditación somos nosotros los que hablamos al Señor, mientras que en la lectura santa es Dios el que nos habla. Busca lo más que puedas el tesoro de estas lecturas santas y experimentarás muy pronto que se renueva tu espíritu.
Antes de ponerte a leer estos libros eleva tu mente al Señor y suplícale que sea él mismo el que guíe tu mente, que se digne hablarte al corazón, y que mueva él mismo tu voluntad. Pero no basta; conviene además que te postres ante el Señor antes de comenzar la lectura, y volverlo a hacer de tanto en tanto durante el curso de la misma, porque tú no la haces por estudio o para satisfacer la curiosidad, sino únicamente para complacerle y darle gusto a él.
(14 de julio de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 126)
Padre Nuestro, diez Ave Maria y Gloria
Ave Marìa purìsima
Sin pecado concebida
Santo Padre Pio
Ruega por nosotros
TERCER MISTERIO
Fortalécete con el sacramento eucarístico. En medio de tantas desolaciones no deje tu alma de cantar frecuentemente a Dios el himno de la adoración y de la alabanza. Vive siempre alejada de la corrupción de la Jerusalén carnal, de las asambleas profanas, de los espectáculos corruptos y corruptores, de todas esas sociedades de los impíos.
Dispón tus labios, como hizo el divino Redentor, y sigue bebiendo con él las negras aguas del Cedrón, aceptando con piadosa resignación el sufrimiento y la penitencia. Atraviesa con Jesús este torrente, sufriendo con constancia y valentía los desprecios del mundo por amor a Jesús. Vive recogida, y toda tu vida quede escondida en Jesús y con Jesús en el huerto de Getsemaní, es decir, en el silencio de la meditación y de la oración. No te asusten ni la oscuridad de la noche de la humillación y de la soledad ni el aumento de las mortificaciones. Siempre adelante, adelante, Raffaelina; la amargura del torrente de la mortificación no te detenga. La persecución de los mundanos y de todos los que no viven del espíritu de Jesucristo no te aparten de seguir ese camino que han recorrido los santos. Corre siempre por la pendiente del monte de la santidad y no te desanime el sendero escabroso. Sigue caminando junto a Jesús, y si, siguiéndole a él, estás a salvo de todo, es también muy cierto que triunfarás, como siempre, en todo.
(4 de agosto de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 470)
Padre Nuestro, diez Ave Maria y Gloria
Ave Marìa purìsima
Sin pecado concebida
Santo Padre Pio
Ruega por nosotros
CUARTO MISTERIO
A los mundanos les parece increíble que haya almas que sufren al ver que la providencia les prolonga la vida. Sin embargo, ahí está la historia de los santos, que es y será la maestra de la humanidad.
De los sufrimientos atroces que sufren las almas de los justos al verse lejos de su centro, podemos formarnos, oh Raffaelina, una pálida idea fijándonos en lo que esas almas sufren, incluso al tener que satisfacer las necesidades más vitales de la vida, como el comer, el beber y el dormir. Y si la piedad de Dios no acudiera, especialmente en ciertos momentos y en ciertos días, con una especie de milagro, privándoles de la reflexión mientras realizan esos actos necesarios para la vida, para las pobrecitas es tal el tormento que experimentan al realizar una tal acción, que además no pueden evitar, que yo, sin miedo a mentir, no sabría encontrar una comparación adecuada como no sea lo que debieron experimentar los mártires que fueron quemados vivos, entregando así sus vidas a Jesús en testimonio de su fe.
Es fácil que esta comparación a alguno le resulte una exageración hermosa y vacía, pero yo, mi querida Raffaelina, sé lo que me digo. El día del juicio universal veremos ciertamente a estas almas que, sin haber dado su sangre por la fe, digo que las veremos coronadas, igual que los mártires, con la palma del martirio.
(23 de febrero de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 340)
Padre Nuestro, diez Ave Maria y Gloria
Ave Marìa purìsima
Sin pecado concebida
Santo Padre Pio
Ruega por nosotros
QUINTO MISTERIO
Venga pronto el reino de Dios; santifique a su Iglesia este piadosísimo Padre; derrame abundantemente su misericordia sobre aquellas almas que hasta ahora no lo han conocido. Destruya el reino de satanás; ponga en evidencia, para confusión de esta bestia infernal, todas sus malas artimañas; haga conocer a todas las almas las claves para engañar de este triste cosaco. Este tiernísimo Padre ilumine las inteligencias de todos los hombres y llame a sus corazones, para que los fervorosos ni se enfríen ni reduzcan la marcha en los caminos de la salvación; los tibios se enfervoricen; y aquellos que se le han alejado retornen a él. Disipe también y confunda a todos los sabios de este mundo para que no combatan e impidan la propagación del reino. En fin, que este Padre tres veces santo aleje de su Iglesia las divisiones que existen e impida que se produzcan otras nuevas, para que haya un solo redil y un solo Pastor. Centuplique el número de las almas elegidas; envíe muchos santos y doctos ministros; santifique a los actuales y haga que, por medio de ellos, retorne el fervor a todas las almas cristianas. Aumente el número de los misioneros católicos, porque, todavía de nuevo, nos tenemos que lamentar con el divino Maestro: «La mies es mucha y los trabajadores son pocos».
(8 de marzo de 1915, a Anita Rodote – Ep. III, p. 61)
Padre Nuestro, diez Ave Maria y Gloria
Ave Marìa purìsima
Sin pecado concebida
Santo Padre Pio
Ruega por nosotros
Rezamos por la intenciòn del Papa Francisco para este mes:
Salve, 3 Ave María y Gloria
Rezamos la
Oraciòn a san Miguel Arcángel por el ASESOR ESPIRITUAL NACIONAL de los Grupos de Padre Pio y por el sacerdote de nuestra Parroquia. Pedimos su protección, salud y fortalecimiento:
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén."
PEDIMOS LA SANTIDAD DE LOS SACERDOTES
Oh Redentor Nuestro, acepta vivir en los sacerdotes, transfórmalos en Ti. Hazlos por tu gracia ministros de tu misericordia, obra a través suyo, y haz que, imitando fielmente tus virtudes, se revistan en todo de Ti, y actúen en Tu nombre y con la fuerza de tu Espíritu.
V. Para conseguir el perdón de los pecados,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que no nos falte la Sagrada Eucaristía,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que prediquen a Cristo, y a éste crucificado,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que den testimonio de la Verdad,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que los niños conserven la Gracia,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que la juventud conozca y siga a Cristo,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que los mayores conformen sus vidas según la Ley de Dios,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que tengamos hogares cristianos,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que en nuestros pueblos se viva la unión y la caridad cristiana,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que los enfermos reciban los auxilios espirituales,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros,
R. Señor, danos sacerdotes santos.
Santa María, Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles, alcánzanos del Señor muchos y santos sacerdotes. Así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.