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domingo, 26 de julio de 2015
Carta a Raffellina Cerase
En los asaltos del enemigo, en la prueba de la vida, levantémonos y supliquemos al Señor que quite y aleje siempre de nosotros el reino del enemigo y que nos conceda la gracia de ser acogidos en su reino cuando le plazca, y que le plazca que sea muy pronto.
No nos desviemos, en las horas de la prueba; por la constancia al obrar el bien, por la paciencia al combatir la buena batalla, venceremos la desfachatez de todos nuestros enemigos, y, como dijo el maestro divino, con la paciencia salvaremos nuestras almas, ya que la «tribulación obra la paciencia, la paciencia genera la prueba y la prueba hace brotar la esperanza». Sigamos a Jesús por el camino del dolor: mantengamos siempre fija nuestra mirada en la Jerusalén celestial y superaremos felizmente todas las dificultades que obstaculizan nuestro viaje para llegar a ella.
(14 de octubre de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 514)