15. Tener miedo de perderte
entre los brazos de la divina bondad es algo más extraño que el temor del niño
estrechado entre los brazos de su madre (Epist.III, p.638).
16. ¡Animo!, mi querida hija;
tienes que cultivar atentamente ese corazón bien formado y no ahorrar nada que
le pueda ser útil para su felicidad. Y si es cierto que esto puede y debe
hacerse en toda estación, es decir, en toda edad. La edad que tú tienes es la
más apropiada (Epist.III, p.418).
17. En sus lecturas, hay poco
que admirar y casi nada que edifique. Os es necesario del todo que, a esas
lecturas, añada la de los libros santos (= Sagrada Escritura), tan recomendada
por todos los santos padres. Y yo, a quien me apremia tanto su perfección, no
puedo eximirle de estas lecturas espirituales. Conviene (si quiere obtener de
tales lecturas tan inesperado fruto) que deponga sus prejuicios sobre el estilo
y la forma con que se presentan estos libros. Esfuércese por cumplir esto y
encomiéndelo al Señor. En todo esto se oculta un grave engaño y yo no se lo
puedo ocultar (Epist.II, p.141s.).
18. Todas las fiestas de la
Iglesia son bellas... La Pascua, sí, es la glorificación..., pero la Navidad
tiene una ternura, una dulzura infantil, que me conquista por entero el corazón
(GdR, 75).
19. Tus ternuras conquistan mi corazón y quedo aprisionado por tu
amor, Niño celestial. Deja que al contacto con tu fuego, mi alma se derrita por
amor, y que tu fuego me consuma, me abrase, me convierta en cenizas aquí a tus
pies y permanezca derretido por amor y glorifique tu bondad y tu caridad (Epist.IV, p.871s.).
20. Pobreza, humildad, bajeza, desprecio, rodean al Verbo hecho carne;
pero nosotros, en la obscuridad en la que está envuelto este Verbo hecho carne,
comprendemos una cosa, oímos una voz, entrevemos una sublime verdad. Todo esto
lo has hecho por amor, y no nos invitas más que al amor, no nos hablas más que
de amor, no nos das más que pruebas de amor (Epist.IV, p.866s.).
21. Madre mía María, condúceme contigo a la gruta de Belén y concédeme
abismarme en la contemplación de lo que, por ser tan grande y sublime, es para
desentrañarlo en el silencio de esta grande y bella noche (Epist.IV,
p.868).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del italiano:
Elías Cabodevilla Garde