1. No te importe perder, hijo
mío, deja que publiquen lo que quieran. Temo el juicio de Dios y no el de los
hombres. Que lo único que nos asuste sea el pecado, porque ofende a Dios y nos
deshonra (AP).
2. La bondad divina no sólo no
rechaza a las almas arrepentidas, sino que va también en busca de las
contumaces (CE, 11).
3. Cuando os veáis
despreciados, haced como el martín pescador que construye su nido en los
mástiles de las naves; es decir, levantaos de la tierra, elevaos con el
pensamiento y con el corazón hacia Dios, que es el único que os puede consolar
y daros fuerza para sobrellevar santamente la prueba (VVN, 48).
4. Tu reino no está lejos y tú
haces participar de tu triunfo en la tierra para después hacer partícipes de tu
reino en el cielo. Haz que, al no poder dar cabida a la comunicación de tu
amor, prediquemos con el ejemplo y con las obras tu divina realeza. Toma
posesión de nuestros corazones en el tiempo para poseerlos en la eternidad. Que
nunca nos retiremos de debajo de tu cetro, y ni la vida ni la muerte consigan
separarnos de ti. Que nuestra vida sea una vida bebida a grandes sorbos de amor
en ti para expandirla sobre la humanidad y que nos haga morir en cada momento
para vivir sólo de ti y derramarte en nuestros corazones (Epist.IV, p.888).
5. Hagamos el bien mientras
disponemos del tiempo, y daremos gloria a nuestro Padre del cielo, nos
santificaremos a nosotros mismos, y daremos buen ejemplo a los demás (Epist.III, p.397).
6. Cuando no consigas avanzar a
grandes pasos por el camino que conduce a Dios, conténtate con dar pequeños
pasos y espera pacientemente a tener piernas para correr, o mejor alas para
volar. Confórmate, hija mía, con ser por el momento una pequeña abeja en la
colmena, que muy pronto llegará a ser una gran abeja capaz de fabricar la miel (Epist.III, p.432).
7. Humillaos amorosamente
delante de Dios y de los hombres porque Dios habla a quien tiene las orejas
abiertas hacia el suelo. Ama el silencio, porque en el mucho hablar hay siempre
algo de culpa. Manténte en el retiro cuanto te sea posible, porque en el retiro
el Señor habla al alma libremente y el alma está en mejor situación para
escuchar su voz. Reduce tus visitas y sopórtalas cristianamente cuando te las
hagan a ti (Epist.III, p.432).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde