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viernes, 11 de octubre de 2013

Sigue llamando a orar y a progresar en la vida cristiana.


De San Pío de Pietrelcina, que quiso ser «un pobre fraile que ora», el padre Fernando de Riese Pio X, en su biografía “Padre Pío de Pietrelcina - Un crucificado sin cruz”, escribe: «En su reclinatorio o en el altar, en la iglesia o en la celda, caminando por los claustros o por los senderos del huerto de los capuchinos, con las manos recogidas o desgranando el rosario, su mundo es Dios... Su vida es, sobre todo, vida de oración, de coloquio ininterrumpido, dulce y obstinado, con Dios. La oración le absorbe todo su tiempo». Y unas líneas más adelante: «En las tentaciones, reza; en los meses de total segregación, desde el 11 de junio de 1931 al 16 de julio de 1933, reza; en las alegrías, reza; en las experiencias extraordinarias, reza; en los momentos dramáticos, reza; en las enfermedades, reza; en la programación de sus iniciativas, reza».
No sólo eso. El Padre Pío, con su ejemplo y con sus consejos, invitaba a la oración constante e insistente; pedía orar con la Iglesia, por la Iglesia y en la Iglesia; y urgía a buscar, como fruto de la oración, una vida cristiana más fiel al proyecto de Dios y, por tanto, una caridad activa y laboriosa en el alivio de los que sufren y de los necesitados.
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El pasado lunes, en Bilbao (España), un grupo de unas 20 personas comenzaba sus encuentros de oración, bajo la inspiración y protección del Padre Pío, que los celebrarán dos veces al mes.
Animados y acompañados por personas de otros grupos de oración, tuvieron la acertada idea de invitar, a los que lo desearan, a una conferencia sobre el Padre Pío. Acertaron también al comprometer un salón mucho más capaz que el que usarán para sus encuentros de oración. Y se encontraron con la grata sorpresa de unas 100 personas ávidas de conocer la vida y la espiritualidad del Padre Pío, como estímulo para una vida cristiana más evangélica, que escucharon con gran atención e interés  lo que yo pude exponerles.
En definitiva, el Padre Pío que, a los 45 años de su muerte, sigue llamando, como lo hacía en vida, a la oración y a una vida cristiana siempre renovada.
Elías Cabodevilla Garde

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