De San Pío de Pietrelcina, que quiso ser «un pobre fraile que ora», el
padre Fernando de Riese Pio X, en su biografía “Padre Pío de Pietrelcina -
Un crucificado sin cruz”, escribe: «En su reclinatorio o en el altar, en
la iglesia o en la celda, caminando por los claustros o por los senderos del
huerto de los capuchinos, con las manos recogidas o desgranando el rosario, su
mundo es Dios... Su vida es, sobre todo, vida de oración, de coloquio ininterrumpido,
dulce y obstinado, con Dios. La oración le absorbe todo su tiempo». Y unas
líneas más adelante: «En las tentaciones, reza; en los meses de total
segregación, desde el 11 de junio de 1931 al 16 de julio de 1933, reza; en las
alegrías, reza; en las experiencias extraordinarias, reza; en los momentos
dramáticos, reza; en las enfermedades, reza; en la programación de sus
iniciativas, reza».
No sólo eso. El Padre Pío, con su ejemplo y con sus consejos, invitaba a la
oración constante e insistente; pedía orar con la Iglesia, por la Iglesia y en
la Iglesia; y urgía a buscar, como fruto de la oración, una vida cristiana más
fiel al proyecto de Dios y, por tanto, una caridad activa y laboriosa en el
alivio de los que sufren y de los necesitados.
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El pasado lunes, en Bilbao (España), un grupo de unas 20 personas
comenzaba sus encuentros de oración, bajo la inspiración y protección del Padre
Pío, que los celebrarán dos veces al mes.
Animados y acompañados por personas de otros grupos de oración,
tuvieron la acertada idea de invitar, a los que lo desearan, a una conferencia sobre
el Padre Pío. Acertaron también al comprometer un salón mucho más capaz que el
que usarán para sus encuentros de oración. Y se encontraron con la grata
sorpresa de unas 100 personas ávidas de conocer la vida y la espiritualidad del
Padre Pío, como estímulo para una vida cristiana más evangélica, que escucharon
con gran atención e interés lo que yo
pude exponerles.
En definitiva, el Padre Pío que, a los 45 años de su muerte, sigue
llamando, como lo hacía en vida, a la oración y a una vida cristiana siempre
renovada.
Elías Cabodevilla Garde