20. No hay que desanimarse; porque, si existe en el alma el esfuerzo
continuo por mejorar, al fin el Señor la premia, haciéndola florecer de golpe
en todas las virtudes, como en un jardín florecido (VVN, 49).
21. Procura no inquietar tu
alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana, que tiene también un
valor en la economía de las cosas. Sobre esta injusticia verás un día el
triunfo definitivo de la justicia de Dios (GF, 175).
22. El Sabio alaba a la mujer
fuerte: “Sus dedos, dice, sostienen el huso” (Prov 31,19).
Con gusto os diré algunas cosas sobre estas palabras. Vuestra rueca es
el cúmulo de vuestros deseos. Por eso, hilad todos los días un poco, tirad hilo
a hilo de vuestros proyectos hasta su ejecución, y sin duda alguna los veréis
cumplidos. Pero estad atentos para no apresuraros, porque enredaríais el hilo
con nudos y embrollaríais vuestro huso.
Por tanto, caminad siempre; y aunque vayáis avanzando lentamente,
haréis un gran viaje (Epist.III, p.564).
23. La ansiedad es una de las
mayores trampas que la virtud auténtica y la devoción vigorosa pueden
encontrar; aparenta enfervorizarse en el bien obrar, pero no lo hace sino para
enfriarse, y no nos hace correr para que tropecemos, es para que tropecemos, y
por eso hay que estar alerta en todo momento, y de modo particular en la
oración; y para conseguirlo mejor, será bueno acordarse de que las gracias y
los gustos de la oración no son aguas de esta tierra sino del cielo; y que, por
eso, todos nuestros esfuerzos no bastan para conseguirlos, y que, si es
necesario prepararse con suma diligencia, ha de ser siempre con humildad y
sosiego: hay que tener el corazón orientado hacia el cielo y esperar de allí el
rocío celestial (AP).
24. ¿Por qué os tiene que
preocupar el que Jesús os quiera llevar a la patria celestial por los desiertos
o por los campos, si por los primeros y por los segundos se llega del mismo
modo a la eterna bienaventuranza? Alejad de vosotros toda preocupación
orgullosa que brota de las pruebas con las que el buen Dios quiere visitaros; y
si esto no es posible, apartad el pensamiento y vivid resignados en todo al
divino querer (AdFP, 561).
25. Tengamos bien esculpido en
nuestra mente lo que dice el divino Maestro: en nuestra paciencia poseeremos nuestra
alma (AdFP, 560).
26. No pierdas el ánimo si te
toca trabajar mucho y recoger poco... Si pensases cuánto le cuesta a Jesús una
sola alma, no te lamentarías por ello (AP).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del italiano:
Elías Cabodevilla Garde
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