13. Te afanas, mi buena hija,
por buscar al sumo Bien. Está en verdad dentro de ti y te tiene tendida sobre
la desnuda cruz, alentando fuerza para que soportes ese martirio insostenible y
amor para que ames amargamente al Amor. Por lo mismo, el temor a haberlo
perdido y a haberle disgustado sin darte cuenta no tiene fundamento alguno,
porque él está tan cercano y unido a ti. Tampoco tiene sentido el agobio por el
porvenir, ya que la situación actual es una crucifixión de amor (Epist.III, p.651).
14. Pobres y desgraciadas las
almas que se arrojan en el torbellino de las preocupaciones mundanas. Cuanto
más aman el mundo más se multiplican sus pasiones, más se encienden sus deseos,
más incapaces se sienten para sus proyectos; y de ahí las inquietudes, las
impaciencias, los choques terribles que despedazan sus corazones, que no
palpitan de caridad y de santo amor.
Roguemos por estas almas desgraciadas, miserables. Que Jesús les perdone
y las atraiga hacia sí con su infinita misericordia (Epist.III, p.1092).
15. No se debe actuar con
maneras violentas si no se quiere correr el riesgo de no conseguir nada. Es
necesario revestirse de gran prudencia cristiana (Epist.III, p.416).
16. Hijas, acordaos de que yo
soy tan enemigo de los deseos inútiles como de los deseos peligrosos y malos;
porque, aunque sea bueno aquello que se desea, ese deseo es siempre defectuoso
en relación a nosotros, sobre todo cuando anda mezclado con una preocupación
orgullosa, ya que Dios no exige este bien, sino algún otro en el que quiere que
nos ejercitemos (Epist.III, p.579).
17. En cuanto a las pruebas
espirituales a las que te va sometiendo la paternal bondad del Padre del cielo,
te ruego que te resignes y que, en cuanto te sea posible, estés tranquila,
fiándote de las aseveraciones de quien ocupa el lugar de Dios, te ama en él y
te desea toda clase de bienes, y te habla en su nombre. Sufres, es verdad, pero
con resignación; sufres, pero no temas, porque Dios está contigo y tú no le
ofendes sino que le amas. Sufres, pero también crees que Jesús mismo sufre en
ti y por ti y contigo. Jesús no te abandonó cuando huías de él, mucho menos te
abandonará de ahora en adelante cuando tú quieres amarlo (Epist.III, p.618).
18. No te debes confundir al
intentar conocer si has consentido o no. Tu estudio y tu vigilancia estén
orientadas a la rectitud de intención que debes tener al actuar y al combatir
siempre, con valor y generosidad, las artes malignas del espíritu maligno (Epist.III, p.622).
19. Mantente siempre con alegría
en paz con tu conciencia, dándote cuenta de que estás al servicio de un Padre
infinitamente bueno, que, impulsado sólo por su ternura, desciende hasta su
criatura para elevarla y transformarla en él, su Creador. Y huye de la
tristeza, porque ésta entra en los corazones que están apegados a las cosas
mundanas (ASN, 42).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde