27. El espíritu de Dios es
espíritu de paz, y hasta en las faltas más graves nos concede experimentar un
arrepentimiento tranquilo, humilde, confiado, que depende precisamente de su
misericordia.
El espíritu del maligno, en cambio, excita, exaspera y nos hace
experimentar, en el arrepentimiento mismo, una especie de ira contra nosotros
mismos, siendo así que el primer acto de caridad debemos dirigirlo a nosotros
mismos.
Por tanto, si te turban algunos pensamientos, piensa que esta
turbación no viene nunca de Dios, sino del diablo. Dios te regala la serenidad
porque es espíritu de paz (AdFP, 549).
28. Si somos apacibles y
pacientes, nos encontraremos no sólo a nosotros mismos sino también nuestra
alma y con ella a Dios (AdFP, 549).
29. La lucha que se lleva a
cabo antes de la obra buena que se pretende realizar, es como la antífona que
precede al salmo solemne que se va a cantar (FM, 166).
30. El impulso para alcanzar la
paz eterna es bueno y santo, pero es necesario moderarlo con la completa
resignación al querer divino. Es mejor cumplir la voluntad de Dios en la tierra
que gozar en el paraíso. "Sufrir y no morir" era el lema de Santa
Teresa. Es dulce el purgatorio cuando se sufre por amor de Dios (Epist.III, p.549).
31. La paciencia es tanto más
perfecta cuanto menos se mezcla con inquietudes y desasosiegos. Si el buen Dios
quiere prolongar el tiempo de la prueba, no os lamentéis ni indaguéis el
porqué. Tened siempre presente que los hijos de Israel tuvieron que
caminar durante cuarenta años por el
desierto antes de poner su pie en la tierra prometida (Epist.III, p.537).
1. El deber es antes que cualquier otra cosa,
aunque sea santa (CE, 60).
2. Hijos míos, estar así, sin
poder cumplir mi propio deber, es inútil; es mejor que me muera (T, 96).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del italiano: Elías Cabodevilla Garde