Entre
los muchos dones extraordinarios que el Padre Pío recibió del Señor tenemos que
poner el de la “bilocación”. El término “bilocación” quiere decir estar en dos
lugares al mismo tiempo. ¿Sólo en dos lugares? Sería más difícil constatarlo, pero
¿por qué no en tres, en cuatro, en más lugares a la vez, si así lo deseara el
Señor?
El
Padre Pío fue consciente de sus bilocaciones. La que tuvo lugar en enero de
1905 la manifestó por escrito al padre Agustín de San Marco in Lamis de este
modo: «Hace unos días me sucedió algo
insólito mientras me encontraba en el coro con fray Anastasio; serían entonces
sobre las 23 horas del día 18 del mes pasado; me encontré lejos, en una casa
señorial, en la que, mientras moría el padre, venía al mundo una niña. Se me
apareció entonces María santísima que me dijo: “Te confío esta criatura. Es una
piedra preciosa sin labrar: trabájala, brúñela, vuélvela lo más reluciente
posible, porque quiero un día adornarme con ella. No dudes. Será ella la que
vendrá a ti, pero antes la encontrarás en San Pedro”. Después de todo esto, me
he encontrado de nuevo en el coro». En sus cartas de orientación espiritual
el Padre Pío señala al menos tres ocasiones en las que el Señor le concedió
hacerse presente en otros lugares, siempre para llevar consuelo y esperanza en
situaciones especialmente difíciles para las personas a las que visitaba de
este modo. En junio de 1921, a monseñor Rafael Carlos Rossi, un Visitador
Apostólico enviado por el Vaticano, que le interrogó sobre este tema y le pidió
«que exponga casos concretos», el Padre Pío, después de referirse a dos,
añadió: «Creo que han sucedido otros
casos; pero éstos son los que recuerdo».
A
juzgar por los muchísimos testimonios que encontramos en las biografías del
Padre Pío, tenemos que hacer nuestras esas palabras del Fraile capuchino a
Monseñor Rossi: «Creo que han sucedido
otros casos». Y, al parecer, esos casos tienen lugar también hoy, en la
etapa posterior a la muerte del Santo de Pietrelcina; al menos en el sentido de
que se sigue haciendo presente -¿sin abandonar el cielo, o la puerta del cielo
si es que el Señor le concedió lo que deseaba el Capuchino: «Cuando me llame el Señor, le diré: Señor, yo
no entro en el cielo, me quedo en la puerta hasta ver entrar al último de mis
hijos»?-, y con el mismo objetivo con que se “bilocaba” en vida: llevar
consuelo y esperanza.
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Como título
de este escrito he puesto «Sigue
haciéndose presente…por otra forma de “bilocación”». Espero, y deseo, que llamar
“bilocación” a esa otra forma de hacerse presente no implique para nadie una
profanación ni del vocablo ni de ese don extraordinario que el Señor concede a
algunos y concedió al Padre Pío.
La
información la he pedido a la ciudad de Santa Fe (Argentina), a Claudia Sutter,
devota del Padre Pío y promotora de la devoción al Santo capuchino por muchos
medios; también, desde el año 2003, por el de las “imágenes itinerantes”, como
respuesta al «Padre Pío de quien tuve una
manifestación fortísima un año antes».
El proyecto
lo comenzó Claudia con un retrato del Padre Pío, que le llegó desde San
Giovanni Rotondo, al que unió «un
cuaderno de apuntes con la idea de que quienes lo recibieran pudieran plasmar
por escrito peticiones, agradecimientos o gracias concedidas»; otro, con
oraciones; y un tercero, «con una reseña
biográfica del Santo para quienes aún no le conocían o quisieran conocerlo con más
profundidad». El objetivo fundamental del proyecto: «Que se conociera su espiritualidad, por entonces poco conocida en la
Provincia de Santa Fe, y también para que muchas almas llegaran a Dios
motivadas por el ejemplo y la intercesión del Santo capuchino italiano».
El
desarrollo del proyecto y la realidad actual del mismo Claudia Sutter los
describe así: «Lo que comenzó como una tímida
iniciativa personal -entre familiares y amigos- fue muy pronto una gran
demanda. Yo, motivada y entusiasmada por los resultados, que estimularon a
muchas almas, en su gran mayoría alejadas de la Iglesia y de la fe, a orar, preferentemente
el Rosario, y a acercarse a DIOS a través de los sacramentos, vi que tenía
que aumentar el número de imágenes. Hoy son nueve, peregrinando simultáneamente
por diversos puntos de la ciudad, con personas que colaboran en la tarea de
llevarlas de un hogar a otro, convirtiéndose así en misioneros del Padre Pío.
Las imágenes permanecen 9 días en cada hogar, para que
la familia pueda hacer la novena al Santo. Hay familias que piden tenerla otros
nueve días para otra novena de acción de gracias por favores recibidos. Estos
favores son con frecuencia también de orden material: curación de enfermedades,
problemas económicos que se solucionan, relaciones familiares que se
restablecen…Son muchos más los de orden espiritual: conversiones extraordinarias
de las que soy testigo privilegiada. No faltan quienes, incluso en la primera
visita de “la imagen itinerante”, quedan conquistados por el Padre Pío y
motivados a una vida cristiana ejemplar».
Sé que el proyecto que lleva a cabo Claudia Sutter en
Argentina, dado a conocer en el libro de José María Zavala, “Los milagros desconocidos del Santo de los
estigmas”, está siendo imitado en otros lugares del mundo. En resumen: El
Padre Pío que «Sigue haciéndose presente…
por otra forma de “bilocación”».
Elías Cabodevilla Garde