Al
Padre Pío de Pietrelcina eran muchos, sobre todo, como era normal entonces,
niños, los que deseaban ayudarle la Misa como monaguillos o acólitos. También lo
deseaban, y con frecuencia lo conseguían, obispos, sacerdotes…; al menos cuando
quedaban en el olvido las órdenes de algunos de los Visitadores Apostólicos enviados
por el Vaticano a San Giovanni Rotondo prohibiendo tajantemente que lo hicieran
los que acabo de indicar. ¿Dónde estaba el desorden litúrgico?
Todavía
recuerdo el gozo y la cara de satisfacción con que me compartía el hecho. Todavía
niño, había tenido la suerte, al igual que su hermano gemelo, de actuar de acólito
en la última Misa del Padre Pío, el 22 de septiembre de 1968.
Es
fácil imaginarlo. Al llegar a San Giovanni Rotondo en septiembre de 1916, al
Padre Pío se le confió la formación espiritual de los muchachos que, en el
seminario menor que allí tenían los Capuchinos, se preparaban para unirse un
día a ellos, si descubrían que ésa era su vocación. En esa formación impartida
por el joven sacerdote seguro que no faltaba el modo adecuado de actuar como
monaguillos o acólitos en las celebraciones litúrgicas y el espíritu con el que
actuar en ellas. Y lo que no faltaba nunca era un modo de celebrar la Misa que,
sin palabras, enseñaba a los muchachos que algo muy grande tenía lugar en el
altar, tan grande que - son palabras del Santo - «Todo lo que aconteció en el Calvario acontece en el altar» y «Cuando se celebra la santa Misa todo el
cielo dirige su mirada al altar».
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También hoy
el Padre Pío tiene niños y niñas acólitos, con los que sigue cumpliendo su “misión
grandísima”. Los he encontrado en muchos sitios y hace unos pocos días, el 13
de julio, en Túquerres, un pueblo de la Provincia de Nariño (Colombia), en la
montaña, a unos 3.100 metros sobre el nivel del mar. En la iglesia atendida por
los Capuchinos se cultiva con mucho interés la devoción al Padre Pío. Una
devoción que la alimentan de modo especial el día 23 de cada mes, recuerdo de
la fecha en que murió el Fraile capuchino en septiembre de 1968, en una
Eucaristía especial, que convoca a tantos fieles que el amplio templo con
dificultad logra acogerlos. Una devoción que se cultiva también en el encuentro
semanal de oración del Grupo de Oración del Padre Pío. Una devoción que, por lo
que pude presenciar, en la iglesia se manifiesta en una comunidad eclesial muy unida,
en la adoración al Santísimo Sacramento a lo largo de todo el día, en el rezo diario
del Rosario con creatividad…, y, por las informaciones que recibí, en unas
Eucaristías muy participadas y en unos compromisos caritativos y sociales muy
variados y exigentes.
Y, en esta realidad, encontré a la “Asociación de Acólitos del Padre Pío de Túquerres”, que muestra la fotografía. Pero tengo que indicar que faltan en ella casi una tercera parte de los que la integran, porque, en la fecha en que tuve la suerte de presentar allí, durante casi cuatro horas, la vida y la espiritualidad del Padre Pío, muchos estaban fuera de sus casas aprovechando las vacaciones escolares. Y que la fotografía no recoge ni la cara de satisfacción de los niños por llevar el "logo" de la Asociación de Acólitos del Padre Pío ni su devoción al entrar en procesión en el templo, acompañando la reliquia del Padre Pío ni su entusiasmo al entonar los cantos.
Elías
Cabodevilla Garde
que oficios o cargos desempeñó el padre pio en la comunidad franciscana