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martes, 20 de agosto de 2013

Fiel a la “misión grandísima” que le confió el Señor (5)


La correspondencia epistolar fue, en los años 1910 al 1923, uno de los medios que usó el Padre Pío para llevar a cabo la “misión grandísima” que le había confiado el Señor. Y, como señalé en el último escrito de esta etiqueta de la página web, citando palabras de la Presentación de la edición española del tomo II del Epistolario del Padre Pío, «lo sigue siendo para los que se acercan a estos escritos de dirección espiritual en busca de luz y de estímulo en su peregrinar hacia su destino eterno».
Pero el Padre Pío utilizó además otra “correspondencia epistolar”, breve, sencilla y muy eficaz para promover lo que el Señor le había encomendado. Me refiero a los mensajes que escribía en estampas y en pequeños trozos de papel, casi siempre para destinatarios concretos, aunque no faltan los que entregaba a personas que encontraba a su paso cuando se desplazaba de la sacristía al confesonario o desde éste a su celda.
El padre Gerardo Di Flumeri, en su opúsculo “La presencia materna de María en la vida del Padre Pío”, escribe: «A lo largo de su vida sacerdotal, el Padre Pío dejó innumerables estampas con un pensamiento autógrafo escrito al dorso».
Cleonice Morcaldi, una de las más beneficiadas por estos mensajes escritos, nos deja este primer testimonio en su libro “La mia vita vicino a Padre Pío”: «Me mandó una estampita escrita por él, que representaba al Corazón de Jesús. Sus palabras eran éstas: “Mira, él es el Omnipotente, pero su omnipotencia es humilde servidora de su Amor”». Unas páginas más adelante, se refiere a la tenebrosa y bien tramada Visita Apostólica de Monseñor Maccari, en el año 1960, orientada a desprestigiar al Fraile capuchino y, si era posible, a alejarlo de San Giovanni Rotondo. Las calumnias y falsas informaciones que el Visitador fue recogiendo en relación al comportamiento del Padre Pío con algunas de sus hijas espirituales, y entre ellas con Cleonice Morcaldi, motivaron que el Santo de Pietrelcina les animara, sin conseguirlo, a alejarse por un tiempo de San Giovanni Rotondo. Y en este contexto, Cleonice escribe en el libro citado: «Dios nos ayudó. La protección de la Virgen María y la palabra del Padre Pío nos sostuvieron. Cada tarde, con su corazón generoso que sufría más por nosotras que por él, me enviaba un papelito de ánimo, escrito de prisa. Trascribo algunos de ellos».
El contenido de estos mensajes es muy variado, pero todos hacen hincapié en los puntos importantes de la vida cristiana. Y los mensajes más repetidos o recuerdan el papel de María en la vida del cristiano o invitan a amarla y a dirigirse a ella con confianza.
Los que transcribe el padre Gerardo Di Flumeri se refieren todos a la Virgen María, cosa muy comprensible ya que el opúsculo trata de “La presencia materna de María en la vida del Padre Pío”:
- «La Virgen Dolorosa te tenga siempre grabada  en su corazón materno».
- «La Virgen Madre tenga siempre su mirada en ti y te conceda experimentar todas sus dulzuras maternas».
- «María sea la estrella que ilumine tus pasos a través del desierto de la vida y te conduzca sana y salva al puerto de la salvación eterna».
- «María te mire siempre con ternura materna, alivie el peso de este destierro y un día te muestre a Jesús en la plenitud de su gloria, librándote para siempre del miedo a perderlo».
- «María esté siempre esculpida en tu mente y grabada en tu corazón».
De entre la larga lista de mensajes que transcribe Cleonice Morcaldi, copio éstos:
- «Hija mía. Mantén el ánimo. No dejes trabajar demasiado a tu imaginación, martilleada por el corazón. Hay quien cuida de nosotros. Mantente serena. El padre Alexio tiene corazón y está como un perrito. Muy atento. Te saludo en el beso santo de Jesús y de la Virgen María».
- «Buenas noches. Jesús y María te acompañen. Yo estoy contigo. Estate tranquila. Te saludo».
- «Mantente serena. Jesús y la Madre del cielo harán que triunfe la verdad. Nos mantenemos siempre unidos en la caridad, y ésta es nuestra fortaleza. Jesús nos conforte y nos sostenga».
- «Lo que tú me deseas a mí yo te lo deseo centuplicado. Ánimo. Estemos siempre unidos en Jesús, que está contigo y que te ama».
- «Hija mía, ¡ánimo! Jesús y María nos sostendrán y tendrán piedad de nosotros. Pasará la tempestad y vendrá el buen tiempo».

Seguro que el trabajo no es fácil, como no lo fue la recopilación de las cartas de dirección espiritual. Pero merecería la pena hacerlo, con una selección de mensajes que evite repeticiones y que recoja el mayor número posible de ellos. Si el Epistolario sigue ofreciendo luz y estímulo a los que se acercan a él buscando las acertadas orientaciones del Santo, estos breves y sencillos mensajes del Padre Pío, que, a diferencia de las cartas, salieron de sus manos a lo largo de toda su vida, recopilados adecuadamente y traducidos a las lenguas hoy más en uso, harían que el Padre Pío siguiera cumpliendo hoy, también por este medio, la “misión grandísima” que le confió el Señor.
Elías Cabodevilla Garde

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