18. Si permanecer en pie
dependiese de nosotros, con seguridad que al primer soplo caeríamos en manos de
los enemigos de nuestra salvación. Confiemos siempre en la conmiseración divina
y experimentaremos cada vez más qué bueno es el Señor (Epist.IV, p.193).
19. Antes que nada, debes
humillarte ante Dios más bien que hundirte en el desánimo, si él te reserva los
sufrimientos de su Hijo y quiere hacerte experimentar tu propia debilidad;
debes dirigirle la oración de la resignación y de la esperanza si es que caes
por debilidad, y debes agradecerle tantos beneficios con que te va
enriqueciendo (T, 54).
20. ¿Qué es lo que puedo hacer
yo? Todo viene de Dios. Yo sólo soy rico en una cosa, en una infinita
indigencia (T, 119).
21. Si Dios nos quitase todo lo
que nos ha dado, nos quedaríamos con nuestros harapos (ER, 17).
22. ¡Cuánta malicia hay en
mí!...
- Manténte en este convencimiento; humíllate pero no pierdas la paz (AP).
23. Estáte atenta para no caer
nunca en el desánimo al verte rodeada de flaquezas espirituales. Si Dios te
deja caer en alguna debilidad, no es para abandonarte sino únicamente para
afianzarte en la humildad y hacerte más precavida de cara al futuro (FM, 168).
24. El mundo no nos aprecia
porque seamos hijos de Dios; consolémonos porque, al menos por una vez,
reconoce la verdad y no miente (ASN,
44).
(Tomado de BUONA
GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde
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