El
Padre Pío de Pietrelcina, quizás sin decirlo con palabras, actuaba igual que
Jesús, cuando ordenó a los apóstoles: «Dejad que los niños vengan a mí, y no
se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios». Su preocupación por los
niños, que la expresaba con cariño especial al visitar el hospital “Casa Alivio
del Sufrimiento”, promovido por él en San Giovanni Rotondo, al detenerse con
los niños enfermos, animarles a superar la enfermedad, regalarles caramelos…, el
Padre Pío la orientaba sobre todo a que crecieran en la fe y progresaran en el
amor a Jesús y a los demás. Más aún, no dejaba de estimular a los padres en su
misión de educar a los hijos, y respondía afirmativamente a los que le
preguntaban si le parecía bien que se dedicaran a dar la catequesis a los niños
y jóvenes.
- Así aconsejaba el Padre Pío a una madre de
familia: «Ponga en solo Dios todas sus preocupaciones,
pues él tiene cuidado especialísimo de usted y de esos tres angelitos de hijos
con que la ha querido adornar… Preocúpese siempre de su educación, no tanto
científica cuanto moral. Téngalos en su corazón y quiéralos más que a las niñas
de sus ojos. A la educación de la mente, mediante buenos estudios, procure unir
siempre la educación del corazón y de nuestra santa religión; aquélla sin ésta,
mi buena señora, causa una herida mortal al corazón humano».
- Y ésta fue la respuesta del Fraile de Pietrelcina a quien le
preguntaba si debía colaborar en la catequesis a los niños: «Sí, bendigo de corazón la obra de dar
catequesis a los niños, que son las florecillas predilectas de Jesús».
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¿Qué hace hoy
el Padre Pío? Esta información me llega de Nicaragua, de una joven, Lissette Oporta, muy devota del Padre Pío, que, por amor al Padre Pío, colabora
intensamente en las actividades del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes de
Managua y que, desde hace unas semanas, atiende todos los miércoles a un grupo
de niños, de 4 a 9 años, en locales del Santuario. Al igual que la otra
catequista, que atiende a los niños de 10 años en adelante, busca dos cosas: la
formación progresiva de los niños en la fe y en los valores humanos que la fe
implica, y que crezca en los niños su amor y devoción a la Virgen María, a la sombra de ese
santuario mariano.
Bajo la
orientación y guía del Rector del Santuario, el Padre Camilo, éste está siendo
el modo de actuar de las catequistas: «La manera en que desarrollamos la clase es leer un capítulo
de la “Biblia para niños” y, en base a su contenido, además de tratar de
educarlos en la fe, también inculcarles los valores. En el capítulo primero del
Génesis, por ejemplo, con la lectura de la creación, además de aprender a
reconocer a Dios como único Creador y Rey del universo, que aprendan a cuidar
y respetar la naturaleza, las plantas, los animales… Y, por supuesto, que
reconozcan en ellos mismos y en los demás su dignidad de hijos de Dios. Y, de
esa manera, con cada uno de los capítulos de la Biblia que desarrollemos en
cada clase».
En la fotografía, Lissette Oporta, que parece
que quiere ocultarse, con los niños a los que da la catequesis, el pasado
miércoles, día 17 de julio.
Elías Cabodevilla Garde
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