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viernes, 26 de julio de 2013

Sigue dándose a conocer… para atraer a más personas a Cristo.




El Padre Pío de Pietrelcina, que se sabía con una “misión grandísima” que cumplir en esta tierra, confiada por el Señor, quería, para llevarla a cabo, ser un padre para todos: «Soy todo de todos y de cada uno. Cada uno puede decir: "El Padre Pío es mío"».
Más aún, como no podía llegar a todos con su palabra, acudía a modos de hacerlo que nos dejan boquiabiertos; por ejemplo, pedir ayuda al Ángel Custodio. Esto es lo que escribió a su director espiritual, el padre Agustín de San Marco in Lamis, el día 1 de mayo de 1912: «Quisiera tener una voz muy fuerte para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen María. Pero, porque esto no lo tengo a mi alcance, he pedido, y seguiré pidiendo, a mi Angelito custodio que lo haga él de mi parte».
Fueron muchos los instrumentos de los que se sirvió el Señor para dar a conocer al mundo al que, en frase del Papa Benedicto XV, fue, -y es en la actualidad- «uno de esos hombres extraordinarios que el Señor envía de vez en cuando a la Tierra para convertir a los hombres».
Instrumentos eficaces fueron los Capuchinos, que, salvo raras y dolorosas excepciones, supieron descubrir y apreciar la vida santa y entregada al bien de los hermanos de su cohermano de Pietrelcina. Muchos de ellos, para satisfacer su legítimo deseo de encontrarse con el “crucificado del Gárgano”, acudían a métodos sencillos, como organizar grupos que peregrinaban a San Giovanni Rotondo, a los que lógicamente  tenían que acompañar. Tuvieron un papel especial los Obispos capuchinos que, aprovechaban, bien la “visita ad limina”, que cada cinco años hacen los Obispos al Papa, bien su estancia en Roma durante el Concilio Vaticano II, para visitar al Fraile de Pietrelcina y que luego compartían con los fieles de sus Diócesis lo que habían encontrado en él. 
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También hoy el Padre Pío se da a conocer en el mundo por medio de los Capuchinos. Siempre con el mismo objetivo: «Hacer más ruido después de muerto que en vida». Es decir: atraer a más personas hacia Cristo después de su muerte que lo que consiguió en vida.
Los Capuchinos de Colombia han dedicado parte de este mes de julio, que ya termina, a conocer con más detalle la vida y las obras del Padre Pío y a profundizar en su rica espiritualidad, a la que ya se habían acercado de muchos modos. Muchos de ellos también visitando los “Lugares del Padre Pío”, y algunos incluso colaborando uno o más años en la atención espiritual de los peregrinos que a diario llegan a San Giovanni Rotondo. Primero, en los días l al 5, organizando los Retiros Espirituales anuales “a la luz de la espiritualidad del Padre Pío”. Después, ofreciendo esa espiritualidad del Padre Pío a los jóvenes que se preparan para formar parte de la Orden capuchina: en el Postulantado de Pasto y en el Noviciado de Tabio.
Pero los Capuchinos de Colombia no se han olvidado de las personas con las que comparten su mismo espiritualidad, como la “Orden Franciscana Seglar”, ni de las que atienden en las parroquias, en los grupos de formación y de apostolado, en sus centros de formación…, ni de aquellas a las que es posible llegar por los medios de comunicación social.
"Acólitos del Padre Pío" en la parroquia atendida por los Capuchinos en Túquerres
Si han sido para mí muy gratos -y espiritualmente muy estimulantes- los encuentros “píos” que he tenido con los Capuchinos de Colombia y con los que se preparan para serlo, también recuerdo con agrado, y con gratitud al Señor, las oportunidades que me han ofrecido para presentar la vida y la espiritualidad del Padre Pío en las parroquias e iglesias de culto que ellos atienden en Barranquilla, en Pasto, en Túquerres, en Tabio, en Bogotá; en la Institución Universitaria Cesmac; a la “Orden Franciscana Seglar” de Pasto, de Tabio y de Bogotá; a las Comunidades de “Servidores del Servidor” de Barranquilla y de Bogotá; en la cadena de televisión “Global TV” y en la emisora de radio “Ecos de Pasto” de Pasto…
Elías Cabodevilla Garde

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