7. El enemigo es demasiado
fuerte; y, hechos todos los cálculos, parecería que la victoria tendría que
sonreír al enemigo. ¡Ay de mí!, ¿quién me librará de las manos de este enemigo
tan fuerte y tan poderoso, que no me deja libre un sólo instante, ni de día ni
de noche? ¿Es posible que el Señor permita alguna vez mi caída?
Desgraciadamente lo merecería; pero ¿será verdad que la bondad del Padre del
cielo sea vencida por mi maldad? Esto jamás, jamás, Padre mío (Epist.I, p.552).
8. Preferiría ser traspasado
por una fría hoja de cuchillo antes que desagradar a alguien (T, 45).
9. Buscar sí la soledad, pero
sin faltar a la caridad con el prójimo (CE, 19).
10. Es necesario siempre,
también al reprender, saber condimentar la corrección con modos corteses y
dulces (GB, 34).
11. Faltar a la caridad es como
herir a Dios en la pupila de sus ojos. ¿Hay algo más delicado que la pupila del
ojo?
Faltar a la caridad es como pecar contra la naturaleza (AdFP, 555).
12. La beneficencia, venga de
donde viniere, es siempre hija de la misma madre: la providencia (AdFP, 554).
13. Acuérdate de Jesús, manso y humilde de corazón. El “si os dejáis llevar de la ira que no sea
hasta el punto de pecar”, es propio de los santos. Yo jamás me he
arrepentido de actuar con dulzura; pero sí he sentido remordimiento de
conciencia y me he tenido que confesar cuando he sido un poco duro. Pero,
cuando hablo de suavidad, no me refiero a la que deja pasar todo. ¡Esa no! Me
refiero a aquélla que, sin ser nunca descuidada, transforma la disciplina en
algo dulce (GB, 34).
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da
Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde