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viernes, 28 de junio de 2013

Sigue atrayendo a sus hijos para lanzarlos hacia Cristo.


El Padre Pío de Pietrelcina, consciente de la “misión grandísima” que le confió el Señor, sabe que tiene que ser -¿para todos?- lo que los devotos le pedimos al llamarle, no San Pío, sino Padre Pío. Además, ya lo anunció él: «Soy todo de todos y de cada uno. Cada uno puede decir: "El Padre Pío es mío"».
A sus palabras: «Haré más ruido después de muerto que en vida» es fácil darles el sentido que quiso atribuirles él: «Atraeré a muchos más hacia Cristo después de muerto que en vida».
Hasta el día de su muerte, el 23 de septiembre de 1968, atrajo a San Giovanni Rotondo (Foggia – Italia), donde vivió y ejerció el ministerio desde el 4 de septiembre de 1916, a miles de hombres y mujeres de los cinco continentes, de todas las edades y de todas las condiciones sociales. A su funeral, en la tarde del día 26, cuatro días después de su muerte, asistieron unas cien mil personas.
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¿Qué hace el Padre Pío hoy, a la distancia de casi 45 años de su muerte? No quiero referirme a San Giovanni Rotondo, pues es lógico, aunque bastante inexplicable, que sean varios millones las personas que cada año se acercan a visitar los “lugares del Padre Pío” y a orar ante sus restos mortales, de nuevo visibles desde el pasado día 1 de junio, como lo estuvieron, después de su reconocimiento canónico, desde el 24 de abril del 2008 hasta el 24 de septiembre del 2009.
Son muchos los lugares del mundo que, desde hace años, organizan celebraciones periódicas en torno a la figura del Padre Pío: el día 23 de cada mes, el cuarto martes o el cuarto jueves de mes… Y con frecuencia las iglesias en las que tienen lugar esos actos litúrgicos se ven abarrotadas de devotos del Padre Pío. ¿Explicación? El Padre Pío que sigue cumpliendo su “misión grandísima” y que sigue atrayendo hacia sí a más y más personas para, por medio de la Virgen María, lanzarlas de nuevo hacia Cristo.
Baste este ejemplo. La parroquia “San Isidro Labrador” de Vásquez de Coronado, de la archidiócesis de San José, de Costa Rica, celebra todos los meses del año, el día 23 de cada mes, una Eucaristía, especialmente solemne, y muy bien preparada por el Párroco, el sacerdote diocesano Padre Gabriel Corrales, y por el Equipo de Liturgia, en memoria de San Pío de Pietrelcina. Todo ayuda a conocer mejor la espiritualidad del Padre Pío para, imitándola, caminar con más entusiasmo en el seguimiento de Cristo y entregarse con más decisión a instaurar el Reino de Dios entre los hombres: la celebración en su conjunto, la homilía, la veneración de las reliquias del Santo capuchino, los testimonios de los que han sido beneficiados por el Señor a través del Padre Pío…
En la celebración del pasado día 23, hace algo menos de una semana, el amplio templo, único de arquitectura gótica en Costa Rica, estaba, como se ve en la fotografía, lleno de devotos del Padre Pío: unas mil personas de todas las edades: niños,  jóvenes, adultos, ancianos y personas en sillas de ruedas.
Elías Cabodevilla Garde

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