El
Padre Pío de Pietrelcina, consciente de la “misión grandísima” que le confió el
Señor, sabe que tiene que ser -¿para todos?- lo que los devotos le pedimos al
llamarle, no San Pío, sino Padre Pío. Además, ya lo anunció él: «Soy todo de todos y de cada uno. Cada uno
puede decir: "El Padre Pío es mío"».
A
sus palabras: «Haré más ruido después de
muerto que en vida» es fácil darles el sentido que quiso atribuirles él: «Atraeré
a muchos más hacia Cristo después de muerto que en vida».
Hasta
el día de su muerte, el 23 de septiembre de 1968, atrajo a San Giovanni Rotondo
(Foggia – Italia), donde vivió y ejerció el ministerio desde el 4 de septiembre
de 1916, a miles de hombres y mujeres de los cinco continentes, de todas las
edades y de todas las condiciones sociales. A su funeral, en la tarde del día
26, cuatro días después de su muerte, asistieron unas cien mil personas.
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¿Qué hace el Padre Pío hoy, a la distancia de casi 45
años de su muerte? No quiero referirme a San Giovanni Rotondo, pues es lógico,
aunque bastante inexplicable, que sean varios millones las personas que cada
año se acercan a visitar los “lugares del Padre Pío” y a orar ante sus restos
mortales, de nuevo visibles desde el pasado día 1 de junio, como lo estuvieron,
después de su reconocimiento canónico, desde el 24 de abril del 2008 hasta el
24 de septiembre del 2009.
Son muchos los lugares del mundo que, desde hace años,
organizan celebraciones periódicas en torno a la figura del Padre Pío: el día
23 de cada mes, el cuarto martes o el cuarto jueves de mes… Y con frecuencia las
iglesias en las que tienen lugar esos actos litúrgicos se ven abarrotadas de
devotos del Padre Pío. ¿Explicación? El Padre Pío que sigue cumpliendo su “misión
grandísima” y que sigue atrayendo hacia sí a más y más personas para, por medio
de la Virgen María, lanzarlas de nuevo hacia Cristo.
Baste este ejemplo. La parroquia “San Isidro Labrador” de Vásquez de Coronado, de la archidiócesis de San
José, de Costa Rica, celebra todos los meses del año, el día 23 de cada mes,
una Eucaristía, especialmente solemne, y muy bien preparada por el Párroco, el
sacerdote diocesano Padre Gabriel Corrales, y por el Equipo de Liturgia, en
memoria de San Pío de Pietrelcina. Todo ayuda a conocer mejor la espiritualidad
del Padre Pío para, imitándola, caminar con más entusiasmo en el seguimiento de
Cristo y entregarse con más decisión a instaurar el Reino de Dios entre los
hombres: la celebración en su conjunto, la homilía, la veneración de las
reliquias del Santo capuchino, los testimonios de los que han sido beneficiados
por el Señor a través del Padre Pío…
En la celebración del pasado día 23, hace algo menos
de una semana, el amplio templo, único de arquitectura gótica en Costa Rica,
estaba, como se ve en la fotografía, lleno de devotos del Padre Pío: unas mil
personas de todas las edades: niños, jóvenes, adultos, ancianos y personas en
sillas de ruedas.
Elías Cabodevilla Garde
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