9. Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y
en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por
motivos de gratitud. Si hubiera sido con nosotros menos bueno, más severo,
¡seguro que habríamos pecado menos!... Pero el pecado, cuando le sucede el
dolor profundo de haberlo cometido, el propósito leal de no volverlo a cometer,
el sentimiento vivo del gran mal que con él hemos causado a la misericordia de
Dios; cuando, heridas las fibras más duras del corazón, se consigue que de
ellas broten lágrimas ardientes de arrepentimiento y de amor, el mismo pecado,
hijo mío, llega a convertirse en peldaño que nos acerca, que nos eleva, que de
forma segura nos conduce a él.
10. Oh, si tuviese un número infinito de corazones, todos los
corazones del cielo y de la tierra, el de tu Madre... todos, todos, oh Jesús,
te los ofrecería a ti.
11. Jesús mío, mi dulzura, mi amor, amor que me sostiene.
12. Jesús, te quiero muchísimo; es inútil que te lo repita, te quiero
mucho, Amor, Amor. ¡Tú solo!... a ti solo las alabanzas.
13. Jesús sea para ti, siempre y en todo, escolta, apoyo y vida!
14. Doy mi aprobación a que te ocupes en ganar almas para Jesús,
enseñándoles el modo de agradarle. Haz también la santísima comunión por el
Santo Padre.
15. Aún admitiendo que hubieras cometido todos los pecados de este
mundo, Jesús te repite: te son perdonados (tus) muchos pecados porque has amado
mucho.
(Tomado de BUONA
GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde