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domingo, 30 de junio de 2013

Junio: día 30 a julio: día 6.


30.  Jesús mío, salva a todos, yo me ofrezco como víctima por todos; dame fuerzas, toma este corazón, llénalo de tu amor y después mándame lo que quieras (AD, 53).

1.  Dios no quiere que experimentes de forma sensible el sentimiento de la fe, esperanza y caridad, ni que lo disfrutes si no en la medida que se necesita en cada ocasión. ¡Ay de mí!, ¡qué felices somos al estar tan íntimamente atados por nuestro celeste tutor! No debemos hacer otra cosa que lo que hacemos, es decir, amar a la divina providencia y abandonarnos en sus brazos y en su seno.
No, Dios mío, yo no deseo gozo mayor de mi fe, de mi esperanza y de mi caridad, que el poder decir sinceramente, aunque sea sin gusto y sin sentirlo, que preferiría morir antes que abandonar estas virtudes (Epist.III, p.421s.).

2.  Dame y consérvame aquella fe viva que me haga crecer y actuar por solo tu amor. Y éste es el primer don que te ofrezco; y unido a los santos magos, postrado a tus pies, te confieso sin ningún respeto humano, delante del mundo entero, por nuestro verdadero y único Dios (Epist.IV, p.884).

3.  Bendigo de corazón a Dios que me ha dado a conocer personas verdaderamente buenas, y porque también a ellas he anunciado que sus almas son la viña de Dios; la cisterna es la fe; la torre es la esperanza; el lagar es la santa caridad; la valla es la ley de Dios que las separa de los hijos del mundo (Epist.III, p.586).

4.  La fe viva, la creencia ciega y la plena adhesión a los que Dios ha dado autoridad sobre ti..., ésta es la luz que iluminó los pasos del pueblo de Dios en el desierto. Esta es la luz que brilla siempre en lo más alto de todos los espíritus gratos al Padre. Esta es la luz que condujo a los magos a adorar al mesías recién nacido. Esta es la estrella profetizada por Balaam. Esta es la antorcha que guía los pasos de estos espíritus desolados.
Y esta luz y esta estrella y esta antorcha son también las que iluminan tu alma, dirigen tus pasos  para que no vaciles, fortifican tu espíritu en el afecto a Dios y (hacen que), sin que el alma las conozca, se avance siempre hacia el destino eterno.
Tú ni lo ves ni lo entiendes, pero tampoco es necesario. Tú no verás más que tinieblas, pero no son las tinieblas que envuelven a los hijos de la perdición, sino las que rodean al Sol eterno. Ten por cierto y cree que este Sol resplandece en tu alma; y que este Sol es exactamente aquél del que cantó el vidente de Dios: Y en tu luz veré la luz (Epist.III, p.400s.).

5.  La profesión de fe más bella es la que sale de tus labios en la obscuridad, en el sacrificio, en el dolor, en el esfuerzo supremo por buscar decididamente el bien; es la que, como un rayo, disipa las tinieblas de tu alma; es la que, en el relampaguear de la tormenta, te levanta y te conduce a Dios (CE, 57).

6.  Ejercítate con particular esmero, hija mía queridísima, en la dulzura y en la sumisión a la voluntad de Dios, no sólo en las cosas extraordinarias sino también en aquéllas pequeñas que nos suceden cada día. Hazlo no sólo por la mañana sino también durante el día y por la tarde, con un espíritu tranquilo y alegre; y, si te sucediese que caes, humíllate, propóntelo de nuevo,  y después levántate y sigue (Epist.III, p.704).
 (Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del italiano: Elías Cabodevilla Garde

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