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domingo, 7 de abril de 2013

Abril: días 7 al 13.



7. Pon fin a estas aprensiones sin sentido. Recuerda que la culpa no está en el sentimiento sino en el consentir a tales sentimientos. Sólo la voluntad que actúa libremente es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime bajo la prueba del tentador y no quiere aquello que se le presenta, allí no sólo no hay culpa sino que hay virtud.

8. Que no te asusten las tentaciones; son la prueba a la que Dios somete al alma cuando la ve con las fuerzas necesarias para mantener el combate y para ir tejiendo con sus propias manos la corona de la gloria.
Hasta ahora tu virtud ha sido de niña; ahora el Señor quiere tratarte como a adulta. Y porque las pruebas de la vida adulta son muy superiores a las de quien todavía es un niño, por eso al comienzo te encuentras desorganizada; pero la vida del alma adquirirá la calma y tú recobrarás la quietud. Ten paciencia por un poco más de tiempo; todo será para tu bien.

9. Las tentaciones contra la fe y la pureza son mercancía que ofrece el enemigo; pero no hay que tenerle miedo sino despreciarlo. Mientras siga alborotando, es señal de que todavía no se ha apoderado de la voluntad.
Tú no te desasosiegues por lo que estás experimentando de parte de este ángel rebelde; que tu voluntad se mantenga siempre contraria a estas instigaciones, y vive tranquila que ahí no hay culpa sino complacencia de Dios y ganancia para tu alma.
 
10. A él debes recurrir en los asaltos del enemigo, en él debes poner tu esperanza, y de él debes esperar todo bien. No te detengas voluntariamente en aquello que el enemigo te presenta. Recuerda que vence el que huye; y tú, ante los primeros movimientos de aversión hacia aquellas personas, debes apartar el pensamiento y recurrir a Dios. Dobla tu rodilla ante él y con grandísima humildad repite esta breve súplica: “Ten misericordia de mí, que soy una pobre enferma”. Después levántate y con santa indiferencia continúa en tus asuntos.

11. Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del enemigo tanto más cerca del alma está Dios. Piensa y compenétrate bien de esta verdad cierta y reconfortante.

12. Anímate y no temas las obscuras iras de Lucifer. Métete esto en la cabeza para siempre: es una buena señal que el enemigo alborote y ruja en torno a tu voluntad, porque esto demuestra que él no está dentro.
¡Ánimo!, mi queridísima hija. Pronuncio esta palabra con gran sentimiento y, en Jesús, te repito: ¡ánimo!; no hay que temer mientras podamos decir con decisión, aunque sea sin sentirlo: ¡Viva Jesús!

13. Ten por seguro que cuanto más grata es un alma a Dios más tiene que ser probada. Por eso, ¡valor! y ¡siempre adelante!
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del italiano: Elías Cabodevilla Garde

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