14. Comprendo que las tentaciones más que purificar el espíritu parece
que lo manchan; pero escuchemos cuál es el lenguaje de los santos; y a este
propósito, os baste saber lo que, entre otros, dice San Francisco de Sales: que
las tentaciones son como el jabón, que, extendido sobre la tela, parece que la
ensucia cuando en realidad la limpia.
15. Vuelvo a inculcaros una vez más la confianza; nada puede temer el
alma que confía en su Señor y que pone en él su esperanza. Aunque el enemigo de
nuestra salvación esté siempre rondándonos para arrancarnos de nuestro corazón
el ancla que debe conducirnos a la salvación, quiero afirmar la confianza en
Dios nuestro Padre: agarremos con fuerza esta ancla y no permitamos nunca que
nos abandone ni un solo instante; de otro modo todo estaría perdido.
16. Oh, ¡qué felicidad en las luchas del espíritu! Basta querer saber
combatir siempre, para salir vencedor con toda seguridad.
17. Estate atenta para no desanimarte nunca al verte rodeada de debilidades
espirituales.
Si Dios te deja caer en alguna debilidad, no es para abandonarte, sino
sólo para afianzarte en la humildad y hacerte más atenta en el futuro.
18. Marchad con sencillez por el camino del Señor y no atormentéis
vuestro espíritu.
Tenéis que odiar vuestros defectos, pero con un odio tranquilo y no
con el que inquieta y quita la paz.
19. La confesión, que es la purificación del alma, hay que hacerla a
más tardar cada ocho días; yo no me puedo resignar a tener a las almas más de
ocho días alejadas de la confesión.
20. El demonio tiene una única puerta para entrar en nuestro espíritu:
la voluntad; no existen puertas secretas.
Nada es pecado si no ha sido cometido por la voluntad. Cuando no entra
en juego la voluntad, no se da el pecado, sino la debilidad humana.
(Tomado de BUONA
GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del
italiano: Elías Cabodevilla Garde
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