El 16 de junio del 2002, en
la homilía de la ceremonia de la canonización del Padre Pío, Juan Pablo II no
dejó de recalcar la íntima relación que se dio en el Santo capuchino entre
oración y eficacia apostólica, entre oración y actividad caritativa. Éstas
fueron sus palabras:
- «La razón última de la eficacia apostólica
del padre Pío, la raíz profunda de tan gran fecundidad espiritual se encuentra
en la íntima y constante unión con Dios, de la que eran elocuentes testimonios
las largas horas pasadas en oración y en el confesonario».
- «Además de la oración, el padre Pío realizaba
una intensa actividad caritativa, de la que es extraordinaria expresión la
"Casa de alivio del sufrimiento"».
La consecuencia que sacó el Papa es muy clara:
- «Oración y caridad: he aquí una síntesis
muy concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy se vuelve a proponer
a todos».
Si esta propuesta del Padre
Pío es, como indica Juan Pablo II, para todos, lo es de modo muy especial para
los Grupos de Oración que fundó el Santo de Pietrelcina y que, sin duda, sigue
protegiendo desde el cielo.
Y no hay que olvidar que el
Padre Pío orientó de modo muy especial la actividad caritativa de sus Grupos de
Oración hacia los enfermos; y, en el momento que comenzó a realizar su gran
proyecto en favor de los enfermos, hacia el hospital “Casa Alivio del
Sufrimiento”.
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En la ciudad de Ponce
(Puerto Rico) funciona desde hace años un Grupo de Oración del Padre Pío, que
ha aprendido bien esa hermosa lección que brota de la vida y de la enseñanzas
del Santo. Han orientado la caridad, fruto de la oración, hacia los afectados
por una enfermedad que lleva a los que la padecen a una situación de gran
desvalimiento: los enfermos de SIDA.
En el “Hospital
Episcopal San Lucas” de Ponce, propiedad de la Iglesia Episcopaliana, el
Grupo de Oración tiene cedida una parte del edificio, en la que funciona el “Albergue de enfermos terminales de SIDA”.
Bajo la responsabilidad del capuchino fray Francisco García, la actividad
caritativa de los componentes del Grupo de Oración es intensa y constante. La
capilla del “Albergue” es el lugar de sus encuentros de oración. Se hacen
presentes en las celebraciones religiosas para los enfermos, al menos en las
más importantes. Y, al acompañamiento y cuidado de los enfermos, unen otras
actividades orientadas a recaudar fondos para conseguir alimentos y medicinas
para los enfermos y lo necesario para que el “Albergue” pueda seguir ofreciendo
una ayuda, inalcanzable de otro modo para los que allí son atendidos.
El Padre Pío, hoy como durante su vida terrena,
sigue promoviendo la actividad caritativa como fruto de la oración.
Elías Cabodevilla
Garde