El “también” del título indica que ya lo
hicieron antes otros Papas antes de serlo. Me fijo primero en los dos de los
que nos consta con certeza: Pablo VI y Juan Pablo II. Y me refiero después al
Papa Francisco.
- En relación a Pablo
VI, lo cuenta el comendador Galletti, hijo espiritual del Padre Pío,
que, a los pocos días de lo que aquí se cuenta, tuvo que volver a Milán (Italia)
para transmitir al Cardenal Montini este encargo del Padre Pío: «Di a su Excelencia que, cuando muera este
Papa (Juan XXIII), él ha de ser su
sucesor».
El hecho ocurrió en
los primeros meses del año 1959, en Milán, en la “Casa de la Providencia de D. Orione”. Se encontraron, en visita al sacerdote
D. Benedetto Galbiati, el mencionado comendador Galletti y Mons. Montini, éste Arzobispo
de Milán. No se conocían y fue el sacerdote enfermo el que los presentó, uno al
otro. Montini, al saber que Galletti era un hijo espiritual del Padre Pío y
colaborador en la gestión administrativa del hospital “Casa Alivio del Sufrimiento”, fundado por el Fraile capuchino en San
Giovanni Rotondo, le pidió que llevara al Padre Pío su saludo muy expresivo y
que le dijera que el Arzobispo de Milán le suplicaba oraciones y una bendición
especial para él y para su Diócesis.
Esta petición de oraciones
por él del Arzobispo Montini no brotaba de la nada. La veneración que sentía
por el Padre Pío queda patente, entre otros muchos, en estos dos hechos: El
mensaje de felicitación que le envió con motivo de los cincuenta años de
sacerdocio, el 10 de agosto de 1960; y sus palabras cuando supo que al Padre
Pío lo querían sacar de San Giovanni Rotondo: «Si no saben a dónde llevarlo, que me lo traigan a mi Archidiócesis. Una
misa del Padre Pío vale lo que una misión».
- En relación a Juan
Pablo II, tenemos la carta que el entonces Obispo Titular de Ombi y Vicario
Capitular de la Archidiócesis de Cracovia, Carlo Wojtyla, escribió al Padre Pío
el 14 de diciembre de 1963. El escrito comienza diciéndole que «se acordará seguramente de que ya algunas
veces en el pasado me he permitido encomendar a sus oraciones casos
particularmente dramáticos y dignos de atención». Y después de pedirle
oraciones por una señora paralítica de la Archidiócesis, añade: «Al mismo tiempo me permito encomendarle las
ingentes dificultades personales que mi pobre obra encuentra en la situación
presente».
También en el caso del
futuro Juan Pablo II, el encomendarse a las oraciones del Padre Pío tenía un fuerte
apoyo. En abril de 1948, siendo joven sacerdote, estudiante en Roma, D. Carlo
Wojtyla había visitado al Padre Pío en San Giovanni Rotondo. Al llegar a esta
ciudad del centro sur de Italia tuvo la suerte de poder intercambiar unas pocas
palabras con él, y al día siguiente participó en la misa que celebró el
Capuchino de los estigmas, de la que escribió el 5 de abril del 2002: «se me grabó como inolvidable», y pudo confesarse
con él, del que dejó escrito, en la fecha citada, este juicio: «resultó que el Padre Pío ofrecía un
discernimiento claro y sencillo, dirigiéndose al penitente con gran amor».
Pero esto no es todo.
En noviembre de 1962, desde Roma, donde participaba en el Concilio Vaticano II,
había escrito dos cartas al Padre Pío, una el día 17 y la segunda el día 28. En
la primera le decía: «Te ruego que eleves
una oración por una madre de cuatro
hijas, de cuarenta años, de Cracovia, en Polonia (durante la última guerra en
un campo de concentración, en Alemania) que se encuentra en gravísimo peligro
en la salud y en peligro de muerte a causa de un cáncer, para que Dios, por
intercesión de la Beatísima Virgen, muestre su misericordia a ella y a su
familia». Y en la segunda: «La
mujer de Cracovia, en Polonia, madre de cuatro hijas, el día 21.XI, antes de la
operación quirúrgica, ha recuperado instantáneamente la salud. Sean dadas
gracias a Dios, y a ti, Venerable Padre, te doy las más sinceras gracias en
nombre de ella y del marido y de toda la familia».
*** * ***
- En
relación al Papa Francisco,
ésta es la información que me ha facilitado Marcela González, promotora
incansable de los Grupos de Oración del Padre Pío en Argentina:
«Fue
hace dos años, el día 25 de mayo del 2011. Esa fecha, especial para mí por ser el
día del nacimiento del Padre Pío, es en Argentina una fiesta patria, en la que
recordamos el primer movimiento fuerte de independencia de España, allá en el
lejano 1810. Días antes había llegado a Buenos Aires María Nicoletta Di Favio, de 90
años, que conoció al Padre Pío cuando ella era adolescente, ya que, para verlo,
había caminado desde Campobasso a San Giovanni Rotondo. Traía una reliquia de
San Pío de Pietrelcina para la Catedral
de Buenos Aires, que le habían entregado en San Giovanni Rotondo y que yo
recogí en su casa el día anterior. El día 25 acudí a la Catedral para entregar la reliquia
al Rector de la misma, el padre Alejandro Russo. Fue grande mi sorpresa cuando,
al ingresar al comedor contiguo a la
sacristía, vi entrar por otra puerta al Cardenal Jorge María Bergoglio. Me
acerqué y le dije:
- «Padre Jorge, traigo algo para usted,
que quedará en la Catedral».
- «¿Qué me trae?».
Destapé la cajita que lo contenía y
le dije: - «Una reliquia de San Pío de Pietrelcina, un guante / mitón que
cubría la llaga de una de sus manos.Tiene el certificado de autenticación y lo
envía el Padre Guardián del Santuario de San Giovanni Rotondo».
Me miró, se emocionó y me dijo: - «Perdóneme,
me voy a retirar a orar unos minutos», y pasó a una pequeña sacristía contigua,
donde suele revestirse antes de la misa».
Por la información que me ha facilitado
Marcela González, tampoco este retirarse con la reliquia de San Pío a orar unos
minutos del actual Papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires, brota
del vacío. El Cardenal Bergoglio ha apoyado con interés los Grupos de Oración
del Padre Pío, tanto en la Catedral como en otras parroquias de la
Archidiócesis; y con frecuencia se encomendaba a las oraciones de los mismos.
Elías Cabodevilla Garde