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viernes, 8 de marzo de 2013

Maestro y modelo para mejor seguir a Cristo.




Al Padre Pío de Pietrelcina se le buscaba en vida por muchos motivos, aunque hubiera que recorrer cientos de kilómetros e incluso viajar de un continente a otro. Muchos lo hacían para confesarse con él, otros para participar en la misa que, en frase de Pablo VI, la “celebraba humildemente”, algunos para implorar su intercesión ante el cielo, los más para ver de cerca a quien consideraban un hombre de Dios, marcado en su cuerpo con las cinco llagas del Crucificado, y no faltaban quienes lo hacían por mera curiosidad.
Sobre todo desde el año 1947, cuando, secundando la petición del Papa Pío XII a promover la oración, dio nuevo impulso a sus Grupos de Oración, eran muchos los que, individualmente o con el Grupo, llegaban a San Giovanni Rotondo para encontrarse con el Padre Pío, escuchar las consignas de su maestro y sentirse estimulados por quien quiso ser, y fue, “un pobre fraile que ora”.
De hecho, el II Congreso Internacional de los Grupos de Oración del Padre Pío tuvo lugar en San Giovanni Rotondo, en septiembre de 1968, con motivo de los 50 años de los Estigmas del Fraile capuchino.

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El pasado fin de semana, desde las 10 de la mañana del sábado, día 2 de marzo, hasta media tarde del domingo, día 3, en la Casa de Espiritualidad de las Hermanas Teresianas de Jesús-Tortosa (Tarragona – España), unos 40 devotos del Padre Pío, casi todos ellos de los Grupos de Oración del Padre Pío de las provincias españolas de Castellón y Tarragona, buscaron lo mismo que otros buscaban años atrás en San Giovanni Rotondo: a la luz de la espiritualidad del Padre Pío, profundizar en los contenidos de la fe cristiana y vivir con nuevo entusiasmo y renovada coherencia el “Creo en Dios Padre, Creador todopoderoso”, y el “Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor”, e “intensificar el testimonio de la caridad”. Los tres temas que he indicado, que son los que resalta la Carta Apostólica “Porta Fidei”, con la que el Papa Benedicto XVI convocó el Año de la Fe, centraron la reflexión, las celebraciones, la oración personal y el compromiso de los asistentes al Retiro.

Es el séptimo retiro espiritual, uno por año, que organizan estos devotos del Padre Pío. He tenido la suerte de estar presente en todos ellos. Y, también este año, ante el ambiente de alegre cordialidad, de trato espontáneo y sincero y de búsqueda ilusionada de ser en medio  del mundo, como pide el Padre Pío, “levadura de Evangelio” y “faros de amor”, no cabe sino dar gracias a Dios y pedir al Padre Pío que siga siendo maestro y modelo para todos, incluso para los pequeños que nos acompañaron en la eucaristía del domingo, y que, por medio de la Virgen María, nos siga llevando a Jesucristo.
 Elías Cabodevilla Garde

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