El
relato que sigue puede orientar con acierto el cuarto escrito de esta
“etiqueta” de la página web:
“Refieren los
anales del Claraval que San Bernardo preguntó en cierta ocasión al Señor cuál
era el mayor y el más olvidado de sus dolores, y que el Señor se dignó
contestarle: Yo tenía en mi hombro, mientras llevaba mi cruz en la calle de la
amargura, una dolorosísima llaga, que me atormentaba más que las otras, y que
no es recordada por los hombres, porque no la conocieron. Honra esta llaga con
tu devoción, y te concederé cualquier cosa que me pidieres por su virtud y
mérito. Y en cuanto a todos aquellos que veneraren esta llaga, yo les perdonaré
todos los pecados veniales, y jamás me acordaré de sus pecados mortales”.
El Padre Pío, como cireneo que ayuda a Jesús a llevar la cruz, en la V estación del Viacrucis de Francesco Messina de San Giovanni Rotondo |
Dios
Padre, que asoció al Padre Pío de Pietrelcina a la pasión de Cristo por las
llagas del Crucificado en sus manos, en sus pies y en su costado, y también por
la transverberación, la flagelación y la coronación de espinas, quiso asociarlo
también por la llaga del hombro o “sexta llaga”. ¿Tenemos información fiable
para afirmarlo?
· Fray Modestino de Pietrelcina (17.04.1917 –
14.08.1911) fue un hijo espiritual muy especial del Padre Pío. Nació, como el
Padre Pío, en Pietrelcina; fue religioso capuchino como el Padre Pío, aunque no
fue sacerdote; como el Padre Pío, pasó la mayor parte de su larga vida en San
Giovanni Rotondo; como el Padre Pío, fue el gran promotor de la devoción a la
Virgen María y del rezo del Rosario; como en el caso del Padre Pío, durante
años, todos los días, cientos de personas hacían fila para encontrarse con él,
escuchar su palabra sencilla y eficaz y recibir la bendición, que la daba
haciendo el signo de la cruz con el crucifijo que le había regalado su Padre
espiritual…; y aunque él las pedía al Señor por intercesión del Padre Pío y se
las atribuía a esa intercesión, por manos de Fray Modestino pasaron incontables
gracias, también extraordinarias.
Fray
Modestino, en su libro “YO… TESTIGO DEL
PADRE”, después de manifestar su alegría porque el Superior de la
Fraternidad le había dado la llave de la celda que había usado el Padre Pío y
la llave del archivo para que pusiera un poco de orden, y que su labor
principal iba a ser “sellar en
recipientes de celofán, preparados al efecto, los vestidos del Padre y todo lo
que le había pertenecido o que él había usado”, nos dejó esta confidencia:
“Cuando llegó el
turno de las camisetas, recordé que una tarde de 1947, ante la celda número 5,
el Padre Pío me confió que uno de sus mayores dolores lo probaba cada vez que
tenía que cambiar la camiseta. Observando atentamente una camiseta de lana
que el Padre había usado, con gran sorpresa mía, noté sobre ella, a la altura
de la clavícula derecha, una mancha indeleble de sangre. Pensé que el dolor del
que se lamentaba el Padre Pío podría tener su origen en aquella misteriosa
llaga. Me quedé agitado y perplejo. Si en el Padre Pío se habían repetido todos
los dolores de la pasión, no se debería excluir que él hubiera padecido también
los de la llaga del hombro.
Aquella noche,
antes de entregarme al sueño, le dirigí con mucha fe esta oración: «Querido
Padre Pío, sí tú tenías realmente la llaga del hombro, dame una señal». Me
dormí. Pero exactamente a la una y cinco minutos de aquella noche, mientras yo
dormía tranquilamente, de improviso, un agudo dolor en el hombro me
despertó. Era como si alguno, con un cuchillo, me hubiera arrancado la carne
del hueso de la clavícula. Si aquel dolor hubiera durado sólo algún minuto
más, pienso que habría muerto. Al mismo tiempo oí una voz que me decía: «Así he
sufrido yo». Me sentí envuelto en un intenso perfume que llenó también mi
celda. Sentí el corazón rebosante de amor de Dios. Y probé una extraña
sensación: el haber sido privado de aquel insoportable sufrimiento me
resultaba todavía más doloroso. El cuerpo quería rechazarlo, pero el alma,
inexplicablemente, lo deseaba. Era dolorosísimo y, al mismo tiempo, dulce.
¡Finalmente yo
había entendido! Más confundido que nunca, yo tenía la certeza de que el Padre
Pío, además de las llagas de las manos, de los pies y del costado, además de
haber sufrido la flagelación y la coronación de espinas, por largos años,
nuevo Cireneo de todos y para todos, había ayudado a Jesús a llevar la cruz
de nuestras miserias, de nuestras culpas, de nuestros pecados. ¡Y aquella
camiseta era el signo indeleble de ello!”.
· Es fácil que, al menos para los que no han
conocido a Fray Modestino, este segundo testimonio les resulte más fiable,
porque nos viene, aunque por un intermediario, del papa Juan Pablo II.
Durante
el Pontificado de Juan Pablo II fueron muchas las voces que afirmaban que el
Padre Pío, en el año 1948, cuando le atendió en confesión en San Giovanni
Rotondo, anunció al joven sacerdote polaco Karol Wojtyla que se preparara para
ser Papa. La veracidad o no de este anuncio profético interesaba a muchos; y
¡qué medio mejor para saberlo que preguntárselo al interesado! No todos podían
hacerlo, pero sí los que tenían acceso más fácil a él.
Por el
libro de Stefano Campanella “IL PAPA E IL
FRATE” sabemos que, al menos en tres ocasiones, se formuló la pregunta al
Papa Wojtyla.
- El primero en hacérsela
directamente fue el padre Flavio Roberto Carraro, en aquel entonces Superior
general de los Capuchinos. Fue el 2 de febrero de 1984, con ocasión de la
visita de Juan Pablo II a la parroquia de San Hipólito de Roma, atendida por
los Capuchinos.
-
Tres años más tarde, en mayo de 1987, durante la visita pastoral a San
Giovanni Rotondo, cuando el Papa cenaba en la “Casa Alivio del Sufrimiento”, el
hospital fundado por el Padre Pío, se la hizo el Presidente del mismo, Mons.
Ricardo Ruotolo.
-
Pero la que nos interesa en este momento es la tercera. De ella dio fe
el recientemente fallecido cardenal Andrés María Deskur, polaco, amigo de
infancia de Karol Wojtyla, su compañero en el seminario clandestino de
Cracovia, su enlace en el Vaticano cuando Mons. Wojtyla, como Obispo y como Cardenal,
tuvo que viajar a Roma…, y, si las noticias son ciertas, el que más contribuyó
para que fuera conocido en los ambientes curiales del Vaticano y para que, en
el cónclave de 1978, fuera elegido para suceder a Juan Pablo I. La información
la facilitó el 30 de enero del 2004, en San Giovanni Rotondo, cuando fue
entrevistado para “Teleradio Padre Pío” por Stefano Campanella:
“No me lo dijo a
mí, pero sí lo dijo en mi presencia a otro Obispo polaco que le había
preguntado: «Padre Santo, dicen que el Padre Pío había previsto su martirio y
su pontificado. ¿Es verdad?».
«No -dijo-, es
absolutamente falso. Con el Padre Pío hablamos sólo de sus estigmas. La única
pregunta que le hice fue: qué llaga le producía más dolor. Yo estaba convencido
de que era la del corazón. El Padre Pío me sorprendió mucho al decir: no, más
dolor me produce la del hombro, de la cual nadie sabe y que ni siquiera es
curada”.
Elías Cabodevilla Garde